“A volumen constante, la presión de un gas es directamente proporcional a su temperatura.”
La presión de un gas depende del movimiento de sus partículas. Cuando un gas se calienta, las partículas se mueven más rápidamente y chocan con mayor frecuencia y fuerza contra las paredes del recipiente. Si el volumen no cambia, estas colisiones generan un aumento de presión.
Esta ley permite comprender fenómenos peligrosos como la explosión de envases cerrados expuestos al calor. Cuando una lata cerrada se deja bajo el sol, el aumento de temperatura incrementa la presión del gas en su interior. Si la estructura del envase no resiste esta presión, puede explotar.
En una olla a presión, el vapor de agua se calienta y no puede escapar, lo que aumenta la presión interna y permite cocinar los alimentos más rápido. El control de esta presión es posible gracias a esta ley.
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